top of page

¿Es Chile el modelo económico y social al que aspiramos los uruguayos? (1)


Hace ya mucho tiempo que en el debate de política económica el modelo chileno es visualizado como un ejemplo a imitar por parte de los sectores liberales de nuestra economía y de nuestra academia.

El tema resurgió ahora con fuerza porque en la campaña de las elecciones internas, el ahora candidato del Partido Colorado Ernesto Talvi lo ha puesto como una referencia y un ejemplo en el que Uruguay debería reflejarse.

La frase casi única con la que ha fundamentado este ejemplo ha sido que: mientras en Uruguay sólo el 15% de los productos exportados entran a los países con arancel 0, en Chile ese porcentaje es más del 70%. Esta idea de la apertura externa irrestricta y de promover como política exterior los acuerdos de libre comercio es vieja, existe desde el nacimiento de la economía capitalista. Y tuvo su empuje muy relevante desde comienzos de los 70 del siglo pasado con el desarrollo de los trabajos de Milton Friedman y la Universidad de Chicago justamente donde estudió el ahora candidato presidencial. Y en Uruguay fue la idea rectora del Plan Nacional de Desarrollo de Juan María Bordaberry tomado como tal por la dictadura cívico–militar y fue el sustento de la propuesta continuadora de Luis Lacalle con su irrestricta apertura de la década de los 90.

Y más allá de los efectos sobre la estructura productiva y exportadora en Chile, a la que volveré al final de la nota, quiero primero desarrollar los efectos globales de esta propuesta, en particular sobre lo que debe ser sí o sí el eje de un modelo de desarrollo: la calidad de vida de los ciudadanos.

Para ello, conté con la valiosa ayuda de mis compañeros y amigos chilenos que me facilitaron datos y me dieron los links para llegar a las estadísticas que el propio INE chileno y otros organismos han elaborado.

bottom of page