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FÚTBOL Y MERCANCÍAS



Cuando el 25 de julio de 1867 don Carlos Marx cerró el prólogo de la primera edición de El Capital, hacía apenas cuatro años que se habían acordado y oficializado en Inglaterra las reglas del Football Association y faltaban treinta y tres para que se creara la FIFA. Lejos del pensamiento del ilustre investigador podría estar la idea de que ese juego incipiente pudiera llegar a apasionar a miles de millones de personas y mucho más lejos, que un partido de ese deporte pudiera convertirse en un caso más de la categoría que presentaba en el Primer Título, de la Sección Primera, del Libro Primero de esa voluminosa obra: La mercancía.

Se dice que el fútbol se ha convertido en mercancía. Más preciso sería decir que varias mercancías, relacionadas entre sí, se han ido generando en torno a la actividad futbolística. La primera, determinante de todas las otras, es el espectáculo futbolístico, el partido de fútbol. En principio se trata de un objeto único e irrepetible, característica que lo separa de la mayor parte de las otras mercancías y que tiene en común con muchas de las obras de las artes visuales. Pero gracias al desarrollo de las técnicas de información y comunicación, ese objeto ha sido reflejado primero por la prensa escrita, luego por el relato verbal que aporta la radio, más adelante en imágenes visuales en blanco y negro y después en color que hoy pueden transmitirse a todo el mundo en tiempo real y ser recibidas en distintos medios, repetirse al infinito, fragmentarse, proyectarse en distintas velocidades, congelarse y componerse con diversos objetos para formar otros productos visuales.

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